En el corazón de nuestra casa de retiros espirituales y convivencia florece una huerta que nutre el cuerpo y el espíritu. Cultivada con esmero y dedicación, esta huerta orgánica nos provee de frescos vegetales que se integran en los refrigerios ofrecidos durante las jornadas de reflexión y encuentro. Además de alimentar a quienes nos visitan, sus productos también están disponibles para la venta, promoviendo un estilo de vida saludable y sostenible, y reforzando nuestro compromiso con el cuidado de la creación y el bienestar integral de la comunidad.
Comienza con una tierra bien preparada: enriquecer el suelo con compost natural y rotar los cultivos ayuda a mantener su fertilidad. Elegimos semillas criollas y adaptadas al clima local, respetando los ritmos de la naturaleza. El riego se realiza en las primeras horas del día, y evitamos pesticidas químicos, optando por preparados naturales que protegen sin dañar. Plantas como la albahaca o la caléndula se intercalan estratégicamente para repeler plagas y atraer polinizadores. Cada ciclo de siembra y cosecha se convierte así en una práctica de paciencia, gratitud y conexión con la tierra.
